Revisar las diversas redes sociales, deslizar el dedo en la pantalla del celular para actualizar inicios una y otra vez con el fin de ver los últimos acontecimientos, ver como nuestras comunidades de redes viven eventos y tendencias y queremos compulsivamente pertenecer.
En el último tiempo, el concepto de FOMO, por sus siglas anglosajonas Fear Of Missing Out o miedo a perderse algo, comenzó a ser muy utilizado para describir esta sensación de malestar al no poder ser parte de distintas situaciones sociales. Así lo destacó en un comunicado la Federación Internacional de Coaching (ICF), que acercó recomendaciones de uno de sus especialistas, Pablo Echandia Vanderghem, coach de entrenamiento de habilidades blandas.
El término se conoció masivamente en estos últimos años, aunque en realidad, nació a fines de los ‘90 y hacía referencia a perderse “planes”.
Hoy en día, el FOMO se adaptó al nuevo escenario de las redes sociales y diversas tecnologías de la información, haciendo que ese malestar se vea intensificado por la cantidad de estímulos que ofrecen estos nuevos canales ya que allí podemos ver todo el tiempo y a toda hora qué está haciendo el otro, sin importar dónde se encuentre.
Alguien que siente FOMO necesita saber en todo momento qué hacen las personas a las que sigue en redes sociales para entender qué sucede minuto a minuto y evitar la sensación de “perderse cosas importantes”.
También cree que si no responde mensajes o comentarios inmediatamente quedará fuera de la conversación, situación que suele darse en, por ejemplo, grupos de WhatsApp.
En la dinámica de scrollear en las distintas plataformas pueden observar cómo otros están disfrutando algo que ellos, por alguna razón, no pueden, por ejemplo: viajes, reuniones sociales, relaciones interpersonales, eventos o tendencias, y no poder ser parte de estos contextos genera obsesión por estar cada vez más informados de las actividades del entorno.
Considerando este “nuevo miedo” que aparece en la era de la información y sabiendo que los niños y los adolescentes se encuentran en una etapa de crecimiento en la que son totalmente permeables a lo que pasa a su alrededor, es muy importante tomar medidas para evitar que sientan FOMO, sobre todo, entendiendo que están expuestos a las redes sociales y nuevas tecnologías cada vez a más temprana edad.
Echandia Vanderghem ofrece cinco consejos para que los padres tengan en cuenta con el fin de prevenir el FOMO en sus hijos:
1) Informar a nuestros hijos sobre los riesgos de internet y las redes sociales
No debemos asumir que al ser nuestors hijos nativos digitales conocen los riesgos que implica estar presente en redes sociales e Internet.
Por ejemplo: contenidos inadecuados, noticias falsas o confusas, gasto de dinero, entre otras.
Es sumamente importante brindarles información objetiva para incrementar su capacidad de autocuidado, elevando la posibilidad que perciban situaciones riesgosas y den aviso.
2) Elegir un momento propicio para hablar
Es altamente recomendable no esperar a que algo malo suceda, sino hablar en un momento de calma en donde nos expresemos con objetividad. Los cambios de hábitos empiezan con la realización de acciones pequeñas pero poderosas, que requerirán cierto sacrificio y valentía desde el rol de padres para ejecutarlas, y que generarán escenarios de diálogo, en este caso, sobre el buen uso de la tecnología.
3) Establecer límites y reglas
Se sugiere establecer horarios, tiempos e indicar el contexto en el que se puedan utilizar los dispositivos. Por ejemplo, se puede establecer que no se usen los celulares en los momentos en que la familia se reúne a desayunar, almorzar o cenar o antes de irse a la cama. Establecer límites firmes y acertados pero a la vez equilibrados y respetuosos.
4) Generar nuevas experiencias
No se trata de prohibir el uso de la tecnología, ya que deben estar preparados para desenvolverse en un entorno altamente tecnológico, sino de regular y fomentar el buen uso de esta.
Una forma de generar nuevas experiencias es buscar actividades que resulten poco compatibles con el uso del celular. La necesidad de buscar opciones creativas les permitirá a los jóvenes disfrutar de momentos diferentes y divertidos, por más que sean breves.
5) De ser necesario, modificar nuestra propia conducta
Es importante reconocer nuestros propios hábitos y verificar si estamos actuando como el mensaje que queremos transmitir. Se trata de “dar el ejemplo”: si buscamos limitar el uso de la tecnología en nuestros hijos pero como padres estamos constantemente conectados, puede causar una confusión en ellos.
La tecnología es sumamente útil y va de la mano con el progreso del ser humano. Nos brinda una mejor calidad de vida en muchos sentidos, facilita las comunicaciones y el aprendizaje. Sin embargo, cuando no es bien utilizada, se presentan escenarios que pueden vulnerabilizar la integridad psicológica o física de las personas. Es esencial reconocer estos aspectos para poder prevenirlos y gestionarlos de la mejor forma.